Diario De Un Angel

Es extraño pero verse rodeado de gente no significa que estés acompañado, son muchas las ocasiones de mi vida en las cuales me he visto rodeado de gente para la cual no significo nada.

Soy diferente, ni mejor, ni peor, simplemente diferente. Todo el mundo dice: “quiero ser único, que no exista nadie como yo…” pero esto implica que no compartes nada con nadie.

Bueno, antes de continuar plasmando mis pensamientos me presentare, mi nombre es Nandy y soy lo que vosotros llamáis un ángel. No, no tengo alas ni nada parecido, pero al igual que los Ángeles me dedico a observar, quizás lo que haga en realidad sea buscar, no lo se, el tiempo lo dirá; como decía observo mi alrededor. Las personas que me rodean.

Conozco muy bien la historia, pero no esa que viene en los libros, realmente no me importa quien reino cuando o quien conquisto que; la historia que yo conozco es mas importante, es la de cada individuo.

Me trae curiosidad conocer todo sobre este o aquel, como decía antes quizás sea una búsqueda, estoy cansado de estar solo, estoy cansado de observar, ahora quiero actuar, quiero formar parte de un algo, quiero MI historia.

Estos pensamientos han rondado mi cabeza hasta donde alcanza mi memoria. Hace dos años decidí tomar cartas en el asunto y crear mi historia, es muy curioso por que al relacionarte “íntimamente” con una sola persona irremediablemente se crean lazos que te unen a personas muy distintas, personas que por si solas no habrían llamado mi atención, pero que al unirlas forman algo que no puedes ver a simple vista.

El intento de crear mi historia salio estrepitosamente mal, para mi era motivo de orgullo saber que podía controlar cada una de las reacciones de mi mente, cuerpo o alma; pero una vez mas me equivoque, pues no solo no era capaz de controlarlas sino que ni siquiera las conocía.
Retrocedamos un poco en el tiempo, para ser exactos hasta 1998, yo tenia por aquel entonces trece años. Ya era consciente de mis diferencias con respecto a la gente que me rodeaba, sin embargo por aquel entonces yo no lo tenía asumido, la diferencia no era una virtud a esa edad y me sentía aislado.

Fue entonces cuando apareció la persona que desde aquel momento y hasta ahora ha ido separando las distintas épocas que han marcado mi vida. No diré su nombre por que aun hoy, o mejor dicho, sobre todo hoy duele su recuerdo. Pero aun omitiendo su nombre os contare algunas cosas más sobre ella. En las pocas horas que duro nuestro primer encuentro me enseño a utilizar mis diferencias. Me dio las alas simbólicamente hablando y me convirtió en el ángel que hasta hoy sigo siendo. El problema es que al enseñarme aquello me descubrió un nuevo mundo que yo tenia que explorar, despertó mi curiosidad. ¿Cuál es el problema? se preguntaran, pues que en ese momento no podía enseñarme nada mas y era una carga para mi, así que nuestros caminos se separaron tan rápido como se habían unido.

El tiempo que transcurrió hasta nuestro siguiente encuentro lo podría definir con una sola palabra: conocimiento. Aprendí mucho sobre el mundo o la vida, incluso descubrí mucho también sobre mi mismo. Esto a simple vista puede parecer algo esplendido, sin embargo, el conocimiento da poder y el poder en un niño de trece años, que aun no tienen claro los conceptos del bien y del mal puede ser muy peligroso.

Descubrí que el efecto de las palabras de los demás era muy diferente del que producían las mías. La gente informaba o expresaba con sus palabras, las mías muy lejos de eso, lo que hacían era convencer. El hecho de que yo tuviese la razón o no era irrelevante pues podía convencer incluso a los adultos de que si la tenia. Así que aunque hoy me avergüenza reconocerlo use el poder de mi palabra para controlar a la gente, alejándome con ello de mi meta real que era crear mi historia.

Tras un año descubriendo de que era capaz, volví a buscarla, aunque ni tan siquiera hoy se muy bien por que; es posible que buscase mas conocimientos sobre mi o quizás era algo menos interesado y mas sentimental, el caso es que por alguna extraña razón las palabras que nacían de mi alma, formaban frases en mi cabeza y se volvían sonidos en mi boca, morían en el aire, ¿era incapaz de usar el efecto de mis palabras contra ella o simplemente no le afectaban como al resto de las personas?
Nuestro primer encuentro fue aun más breve que el primero y ninguno de los dos saco nada positivo de aquello. Me gusta pensar que ese no era el momento de formar mi historia con ella y por eso ninguno de los dos puso empeño en impedir nuestro distanciamiento.

Pase los años siguientes en una búsqueda constante del control. Mi alma seguía recordando a aquella niña que una noche de 1998 me enseño a usar mis diferencias al mismo tiempo que me enseñaba a besar, pero mi mente, consciente o inconscientemente la olvido.

Muchas chicas y mas tarde mujeres pasaron por mi lado, y aunque algunas lo intentaron con ganas, ninguna consiguió que diera por terminada mi búsqueda o incluso que me tomara una pausa en la misma. Había algo que yo perseguía, vagamente recordaba haberlo tenido algún día pero no era capaz de concretar que era, quien o cuando me lo dieron. Si dijera que ninguna de ellas me aporto nada estaría mintiendo, me enseñaron que todas las personas tienen sentimiento y que no se debe jugar con ellos aunque tengas el poder de hacerlo, es decir, me enseñaron esas nociones básicas que todos deberíamos tener y k por alguna razón yo las evitaba.

En el final de esa época de mi vida empecé a darme cuenta que ciertas acciones y pensamientos escapaban a mi control, es mas había sentimientos en mi que desconocía.

Desde el momento que supe lo que es el amor lo he visto como una mezcla de otros dos sentimientos: la pasión y el romanticismo; no es un sentimiento independiente. Pues bien, el destino quiso que los conociera de forma separada antes de descubrirlos unidos.

Primero fue la madrileña, tan tímida, pero con esa mirada capaz de derretir los polos. Yo no me controlaba, no conocía que era la pasión y lo estaba pagando. Cada vez que ella rozaba sus labios con la lengua yo me encendía, me convertía en una gran antorcha a la que solo sus besos apagarían. Tal fue el impacto que produjeron sus labios en mi, que hasta hoy, he conservado ese gesto que me volvía loco, haciéndolo parte de mi.
Ese no fue el único papel que jugo la madrileña en mi vida, pero vayamos por partes, tras la madrileña apareció en mi vida la sevillana. Ya, ya se que siendo de Jaén me las podía buscar mas cercanas…pero…nadie es profeta en su tierra.

La sevillana era una chica maravillosa, realmente guapa. A diferencia de la madrileña ella no hacia que mi piel se encendiera, pero a cambio dejaba que mi corazón dejara de latir sangre para latir fuego. Su voz y su acento me dejaban como atontado, no era capaz de pensar con claridad y mucho menos de hablar; lo que dificultaba en extremo que ella pudiese ver algo en mi. Recuerdo como si fuese ayer la primera frase que le dije; ella salía del agua, su larga melena negra podía confundirse con su morena piel, por la que resbalaba el agua, como acariciándola, se paro en seco delante de mi y por mi boca salio esa débil frase: “cásate conmigo”. Inexplicablemente después de aquella frase entupida me sonrió.

Con el tiempo aprendí a no dejarme atontar por su presencia y fuimos algo más que amigos aunque también algo menos que amantes.
Esta sevillana me descubrió mi lado oscuro, me enseño a ser malo en ciertas ocasiones y a acallar esa voz que todos tenemos dentro, esa voz a la que llamamos conciencia.

Muchas lunas se ocultaron tras aquellos acontecimientos, pero nunca conseguí dar por terminada la búsqueda. No sabía que quería o de quien lo quería, sin embargo había algo en mí que me decía que cuando lo encontrase podría reconocerlo.

¿Habéis escuchado alguna vez la expresión el mundo es un pañuelo? Pues bien, a mi me lo demostraron. Tras otros tantos años de acá para aya decidí que había llegado el momento de volver a sentir la pasión o el romanticismo, así que, solo tenia dos elecciones posibles: la madrileña y la Sevillana. A esta última la localice en Ibiza, trabajando en un hotel. Como estaba fuera de mi alcance me decante por la madrileña, recogí mi ropa, hice la maleta y me marche a Madrid, lo irónico de todo esto es que después de dar con ella, me dio plantón. Allí estaba yo, solo, en mitad de una ciudad que no conocía y sin lo que había ido a buscar. Hice lo que cualquier joven de 18 años habría hecho en mi situación, me fui de pubs.

Después de regar mi sangre con alcohol me apetecía algo de comer así que encamine mis pasos a un restaurante de comida rápida. Fue allí donde le conocí, ni siquiera se porque me fije en el pero lo hice. Me acerque decidido, la vergüenza nunca a sido un inconveniente para mi, y le pregunte su nombre. Me miro extrañado, quizás incluso temeroso, pero me contesto.

- A nadie le gusta comer solo- le dije.

Después de unas conversaciones un tanto insustanciales para mi gusto note que su sonrisa mentía, los gestos de las personas pueden mentir pero nunca sus ojos, y en estos había una luz desconocida para mi. Siempre he sido curioso, así que valiéndome de mi arte para la palabra encamine la conversación. Me contó que había partido a Madrid para realizar un sueño pero que había pagado lo que a su juicio era un precio alto. Tubo que dejar a su novia en su pueblo, yo no entendía que dejar una novia fuese algo doloroso pero no dije nada y seguí escuchando.

Después de dos hamburguesas aun seguía relatándome lindezas de la que hasta hacia poco había sido su chica, yo cada vez estaba más confundido. ¿Eso era el amor? ¿Dependencia? Me sentía estupido por haber cruzado media España en busca de semejante idiotez, era como pensar en cortarme las alas, que locura. Cuando me disponía a dejarlo allí divagando entre pensamientos, que a mis ojos eran surrealistas, ocurrió algo. Una tercera persona entro en nuestra conversación e hizo una serie de revelaciones que no sabría describir. Esta chica nos conocía a los dos y no solo eso, si no que además nos revelo que hasta hacia muy poco el y yo habíamos vivido a unos escasos 15 Km. el uno del otro. Esto nos dejo boquiabiertos a ambos, nuestra reacción produjo una sonrisa un tanto maliciosa en ella, una sonrisa que dejaba entrever que se guardaba algo mas para si misma. A estas alturas ya os habréis dado cuenta que la necesidad de saber mas es algo innata en mí y no pude evitar la tentación de preguntar a que se debía esa extraña mueca en su cara. Seis palabras suyas desencadenaron un sin fin de pensamientos en mi mente, nunca antes habría podido imaginar que una simple frase pudiera definir el camino que tomaría mi vida. Jamás olvidare aquellas 17 letras, ni el tono de voz con el que las pronuncio, ni tan siquiera el brillo de sus ojos cuando sus labios se separaron para decir:…

-Su ex también es tu ex.

No hizo falta una fecha, ni tan siquiera un nombre, tan solo esas seis palabras y en mi mente se dibujo clara una imagen. Una niña rubia con el pelo recogido en un moño alto y dos mechones acariciando el corte de su cara me miraba a través de mis recuerdos. Sus ojos se clavaban en las pupilas de mi mente, y su sonrisa arañaba los recuerdos de mi alma. No era posible, yo no creo en las casualidades me repetía una y otra vez a mi mismo. Un torrente de sentimientos inundo mi corazón y de golpe mi perspectiva cambio, recordé que quería, quien me lo había dado y cuando. Cuando entendí la ironía del destino no pude mas que sonreír, bien pensado era justo, ella me dio las alas una noche de 1998, ¿quien mejor que ella para cortármelas? Pero esa no era la pregunta que a mí me intrigaba, la pregunta que se paseaba sin descanso por mi mente era: ¿de verdad estas dispuesto a perder tus alas?

De pronto recordé donde estaba, no era momento de perderme entre el huracán de mi cabeza, parecía que me habían llevado años todos estos pensamientos que apenas duraron segundos. Fue entonces cuando habiéndome despojado de esos recuerdos lo note. Este recién conocido extraño tenía clavada su mirada en mí, parecía esperar algo pero ¿Qué? ¿Una disculpa? No saldría de mi boca tal cosa, no tenia nada que ocultar, lo que paso entre su chica y yo fue hace mucho tiempo. Seguro que ellos dos ni se conocían aun. Sin embargo mi desconocimiento de los sentimientos me volvió a jugar una mala pasada pues de su boca no salieron reproches si no un: ¿en serio? ¿A que ella es maravillosa?

He de reconocer que estaba preparado para todo menos para eso, me descoloco tanto que allí los deje a ambos y me marche sin mediar ni una sola palabra más con ninguno de ellos. No se si hice bien pero la verdad no me importa.